Una rosa se difractó en un aroma de poder fenomenal.
Una explosión olfativa con una intensa carga emocional.
Una euforia de energía pura que culmina en la intoxicación.
Una fragancia extraordinaria en el verdadero sentido de la palabra.
Desde el primer momento, la rosa sube a la cabeza y aporta color a las mejillas.
Tan explosivo como esquivo, se expresa con fuerza y abraza plenamente sus ambigüedades.
Brillante, con sus sombras.
Femenino y masculino.
Suave, pero despiadado.
